5 de marzo de 2014
Estamos tumbados en la cama. Acabas de decir que somos iguales, parecidos, que no somos tan diferentes, vaya. A continuación nombras una escalera. Miras hacia arriba. Lo dices dos o tres veces. Dices “todas las noches al acostarme veo ese ventilador lleno de polvo”. Asiento. No añado nada más. No sería oportuno decir que al acostarme, yo, noche tras noche, ni siquiera soy capaz de verte a ti.