24 de octubre de 2016
Retenerte anoche hubiese provocado (1) derrumbe en los sentidos, (2) descubrimiento, (3) entrañas. Hubiese provocado desorden y Final y despegar los cuerpos, decidir de quién es esta piel de quién es esta. Un día hablamos de cómo me enseñarías las tetas, las cicatrices en las tetas, las cicatrices en el ombligo, un ombligo que es nuevo, que ha sido creado de la nada. El año pasado tuviste una hemorragia interna y estuviste a punto de morir. Tu mejor amiga se tiró de un puente y aunque sobrevivió tuvieron que amputarle un pie. Su ex se había suicidado y su amante había muerto en uno de los atentados de París. Por las noches tú no conseguías dormir, te despertabas sudando, te amputaban un pie, saltabas desde un puente y te asesinaban en uno de los atentados de París. Hablarte resultaba tranquilizador. Hablábamos de cómo me enseñarías las tetas pero luego nunca nos atrevíamos. Yo sabía que tus tetas me transportarían a otro lugar en ti. En ocasiones parecías muy frágil y sentía ganas de abrazarte. Las ganas de abrazarte me quitaban las ganas de follar. Las ganas de follar contigo me producían rabia contra Lisa. La rabia contra Lisa me daba muchas ganas de marcar tu número. Las ganas de cuidarte me daban ganas de asesinar metafóricamente a Lisa. Todo parecido a un cubo de Rubik emocional que hubiese sido inventado, giro a giro, para acercar y alejar nuestras pasiones humanas.