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      19 de septiembre de 2016

      Más allá de la fotografía, el cine o el arte, la escritura ofrece, encerrada en la elección de las palabras y su composición, no sólo la imagen o la voz, sino también una muestra del cerebro del autor. Entiéndase “muestra” no como exhibición. Entiéndase “muestra” como presencia física, como la prueba material de ese cerebro. “Aquí le traigo el libro, a su lado le dejo el cerebro de quien lo escribió; colóquelo sobre un plato sopero porque gotea, como las plantas”. Si el escritor no es torpe, falso, ni carece de talento, cualquier lector dotado será capaz de realizar un estudio completo sobre su mente. Hace poco mis hijos encontraron un cuaderno con textos antiguos, cotidianos. Textos que narraban mi vida de soltero con su madre. Esos textos eran preciosos en su completa falta de interés para el lector. Eran perfectos, inútiles y decisivos para mí. A su lado, en un bote, hallaron mi cerebro.

      Guillermo Reparaz - Diarios

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