entre los caninos y los bicúspides había huesos de otra boca antigua senderos verticales y cuevas como abismos había pinturas en paredes más allá de AltamiraLascauxLaCapilla Sixtina tagueos opresivos del nombre de una hija la noche de una hija su cocina su cuerpo en la cocina eso Entre los caninos y los bicúspides convivían momentos de alegría con palabras cargadas de denuncias a dios, un dolor intratable seguramente. A veces tu masa cerebral sufría deshielos y olvidabas el granizo y la nieve encrespada en duros despertares. entre los caninos y los bicúspides no pudimos salvar nada el jueves precedente a mi pedida de mano reunión junto a tu viejo sofá-cama abrazados, besándonos abrimos las ventanas dejando entrar al sol de par en par familiares, amigos, gente con quien no tratábamos apenas, tú habías decidido mudar la piel en alguna extraña pausa del último sermón, abuela, el corto epílogo del filme de tu vida Versión Dios como un texto de amén grabado en la pantalla eran las dos de la tarde & el cura no tenia mucho más que decir tu epílogo nos quitaba un gran peso de encima porque al final recuperabas la memoria y el viento revolvía tu melena y nos decías lo mucho que nos quieres. Lo cierto es que entre tus caninos y tus bicúspides encontramos un aire pletórico de vida, se saturaban las horas desfilaban y al mirar ese cuerpo diminuto (una reliquia de dulzura) quizá muchos pensaron que estabas a punto de convertirte en cualquier cosa. Luego las voces se apagaron poco a poco. Alguien habló de tus esbeltos tobillos y unos pocos presentes -de este mundo y del otro- sonreímos.