[007]

26.05.2004

[008]

Lluvia, 2004

[009]

Escala de grises

[010]

Boston, 2005

[011]

Ema 1

[012]

Inutile, inutile

[013]

Para Caidistas 1

[014]

Ema 2

[015]

Para Caidistas 4

[016]

Para Caidistas 5

[017]

Ema 3

[018]

Para Caidistas 7

[019]

Ema 4

el chico había soñado con su 
abuelo tiempo
atrás
en ocasiones buscaba 
su escondite
eterno
¿aquí
abuelo?, decía
y se paraba a escuchar
el abuelo respondía con palabras 
extrañas.
Aquel día miró al cielo convencido
		pero Valentín negó con tanta
rabia
que cayeron gruesos cantos sobre el
		capó de los
coches
charcos oscuros y profundos
y
aplastaron de forma accidental 
kioscos de
prensa
papeleras
parquímetros delgados
como indios.
No imagines arcoiris
abarrotados
de ángeles, replicó Valentín.
El cielo es sólo un techo con chinchetas
un
espejismo de estrellas
retroiluminadas.
	¿Y Dios?, preguntó el chico
¿no vive entre vosotros?
su abuelo se quedó entonces
mudo.
Un instante 
más tarde 
(quizá otro día o
semana) dijo
que dios era un
espacio interminable
como una vieja barca en un
garaje
como la diminuta cassette de los contestadores
automáticos de
antaño,
aquel rincón de cinta
silenciosa, insistió
donde hombres y mujeres 
hacían vivir sus voces 
esperando
-sin derecho alguno a la 
desesperación-
que alguien
respondiese a sus
llamadas