Seguramente en un piso de extrarradio que hoy es planta de oficinas Valentín piensa en amores desbocados imágenes convexas de sí mismo ciudades infinitas bajo nieves y bombas y arrastra con violencia aquella soga rubia -casi albina- que conecta en su origen con una cabellera. Al otro lado de la mecha el folículo piloso a punto de quebrarse restos de piel estática (Mujer) pestañas que levitan muy deprisa como dientes de león soplados por cien niños. Junto al bolso boca abajo en zona de conflicto el pintalabios ha caído de pie cuántas probabilidades había. Lo más natural hubiese sido hinchar cuerdas vocales despellejar espejos contra el piso decirle a dos carrillos la clase de mierda que es pero aquel hombre asombroso con anillo de casado se había ofrecido a transportar su maleta en el San Sebastián de Jiri Weiss Joanne Woodward Sidney Lumet y ahora espiaba islas sintéticas sobre su espalda de mármol incapaz de mantenerse erguida (tal vez -pensaba ella- hubiese descubierto Valentín el botón de apagado de su cuerpo) es incómodo- dice ¿me oyes? la mujer una actriz quizás una modelo un capital genético impactante los pelos van saltando del cuero cabelludo superan la cornisa se descuelgan. Panorámica de muslos y chatarra de arco flexible en el cuello y equis en el rostro Zig zag de córneas y nuevas perspectivas/ bandejas de comida que nadie ha tocado. Valentín ha olvidado los dedos sobre ella el arranque de fuerza, la violencia/ sufre actualizaciones de sí mismo falsa acromegalia aburrimiento y atrofia cerebral de Pick. Su banda sonora es un zumbido estable un estremecimiento diálogos de insecto con cristal esmerilado letreros eléctricos tartajas zas en el patio exterior la presencia invasiva del camión Pescanova acuario colosal en el que hectáreas de peces amanecieron muertos zas Las manos de la chica intrigan a Valentín como arañas sin vida. Se inclina sobre ellas con finos ademanes se agacha a la manera de un triste peatón que hubiese descubierto una moneda.