“Imagina que estás junto a la pista de baile y el DJ pone tu canción favorita pero tu amiga se ha ido al servicio y no vas a bailar sola para nada, así que te fumas un cigarro y simplemente te mueves con la música.” Sonríe. Rineke Dijkstra hace un viaje mental a la marcha nocturna de Liverpool- escenario de una de sus últimas propuestas para Photoespaña-, y se olvida de golpe del Hotel en Zurbano al que ha llegado tensa, impaciente por el tráfico. Ya no es la versión irritada que me pide un momento para subir la maleta al cuarto y deletrea su apellido en recepción: ‘I-J-K’; ni la mujer ‘tímida en entrevistas’ que me juraron que era. Ahora sonríe sin reservas evocando su proyecto en el Buzz Club, al igual que luego hará con las dos series de fotos que acompañan al video en el Jardín Botánico. Pese a encabezar el cartel de Photoespaña 2004 y ser ‘la más internacional de los fotógrafos holandeses’, Rineke habla de su trabajo sin ser pretenciosa,- ironiza- e incluso se burla de sí misma y su manejo de las luces. ‘Antes sólo utilizaba flash, pero me estoy esforzando por mejorar’. Lo principal en sus fotos no está tanto en la imagen- cuidada-, sino en lo que desprenden los modelos retratados. La suma de todos ellos. Sus poses. “Mi trabajo es un estudio de las transiciones. Empecé haciendo retratos de jóvenes en playas y comprobé que los niños eran muy fáciles de fotografiar mientras que los adolescentes estaban más incómodos con sus cuerpos. Eran más torpes.”. De este modo saca a la luz el rostro más vulnerable de estos chicos, desprovistos de cualquier objeto personal, esperando ansiosos el clic de la cámara mientras se preguntan ‘¿quién eres tú?’, en vez de expresar con firmeza ‘este soy yo’. Y en ese juego de enseñar y esconder, la holandesa crea una metáfora precisa sobre la personalidad, sobre las fases que conducen a la edad adulta. “Me interesan esas transformaciones que todo el mundo comparte, pero también aquellas cosas que hacen a una persona diferente del resto”, añade. En Buzzclub, Liverpool (UK)/Mysteryworld, Zaandam (NL), la artista incluye en su obra la dimensión temporal, al grabar a sus modelos en formato vídeo. Primero en un club del Reino Unido, más tarde en los Países Bajos. “Las fotos no captaban todo lo que era especial en ese sitio”, explica Rineke refiriéndose al Buzz Club. “Había un DJ’ que anunciaba cada noche los cumpleaños de los clientes, y a veces se oía ‘Sarah, al mostrador’, porque el padre de la chica había venido a buscarla. (Se ríe). Las fotos tampoco captaban cómo esos chicos se emborrachaban, o fumaban, o cómo se movían y coqueteaban.” Fantasea. “De este modo me surgió la idea de hacer un vídeo”. Acción. Y vemos a jóvenes enfrentándose a la cámara con mínimo guión (‘imagina que estás…’), intentando proyectar la imagen de sí mismos que quieren dar al mundo. O lo que Diane Arbus llamó diferencia entre ‘intención y efecto’: adoptan una actitud frente a la cámara, y lo que vemos es lo que quieren ser, pero también lo que todavía son. Invencibles pero frágiles. Vulnerables. (El País de las Tentaciones. Mayo 2005)