No es un avión, dice Alain Dominique Perrin. Es Marc Newson. Y sigue hablando como si nada mientras el enorme pez-manta volador no ha movido ni un pelo en la Fundación para el Arte de Cartier. Atónitos. El Kelvin 40 de Marc Newson es -en palabras del diseñador australiano- un placer sin fines comerciales. Un sueño. Bien. El objeto de mi entrevista no es el avión, sino el muchacho en sí mismo: el joven cuyos diseños ocupan un espacio en el MoMa de Nueva York, el Georges Pompidou o el Vitra Museum; el diseñador-surfista que es insignia de su generación con sólo cuarenta años. Su enfoque del diseño -le digo a Ángel (fotógrafo) con tono pretencioso- es felizmente subliminal. Y sus creaciones van desde una bicicleta o un prototipo de coche hasta unos pantalones vaqueros, pasando por sillas, mesas, frascos, relojes. El Kelvin 40 es la celebración evidente de su talento. Lo cierto es que he enviado mis preguntas primero -con promesa de respuesta- a su correo. Y más tarde he salido a buscarle, aprovechando su visita a España con otras estrellas del diseño. Y he visto al alcalde de Madrid abriéndose paso entre las masas. Él no andaba muy lejos. Así que he esperado mi momento viéndole fruncir el ceño en las sesiones de fotos, más allá del look de barba y melena. Sonreír, esperar, mirar a Newson, foto, mirar a Newson admirando su propio diseño, foto. Una mujer que calza sus zapatillas para Nike ha entrado en escena. Cruza la sala hacia mí. Sólo podemos darte diez minutos, dice. Espera aquí mismo, no cruces esa línea. Asiento. Todo sea por hablar con el creador de la Embryo Chair, la bicicleta Biomega MN01, todo sea por verificar la autenticidad de esa mata de pelo a medio camino entre Keanu Reeves y Gary Oldman. Ahora las cosas se aceleran. Marc se pone las gafas y enfila la puerta de salida. Doy un paso al frente, me elevo peligrosamente sobre la línea. Me interceptan. La señora de las Nike sonríe con apuro. Yo sonrío también. Sonrío hasta enseñar los dientes, las encías, las muelas más arrinconadas. Sonrío hasta sentir la mano de Ángel (fotógrafo) en el hombro y escuchar de boca de aquella mujer: No va a ser posible, el Señor Newson tiene que coger un vuelo. Ahora Ángel (fotógrafo) responde muy bajito: - A lo mejor te ha concedido una entrevista felizmente subliminal. (Joyce. Marzo 2005)